Tomar algo

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Sentados una noche en un bar con vos o con otra, o vos con otro o otro con otra quien sea...
Luego de un rato de estar recientemente sentados se animan a hablar.
La bebida es buena, y siempre beben lo mismo, que suerte que tienen los mismos gustos aveces. En otras ocasiones piden otra cosa, pero depende, depende de como resulte todo esta, esa noche, hasta ahora va bien.
La ocupación de ella es tan ridicula como la de él, a ella le gusta lo que el hace y a el lo que hace ella, pero porque no cambian de trabajos? En realidad lo que hace ella es un poco dificil y hasta tonto podria llegar a ser, depende de como termine la noche, esa noche. Comienza a crecerle cabello y a tener forma de estar peinado, un poco desprolijo porque no es tan vanidosa como para ponerse a desemprolijar su pelo durante un largo rato en el espejo como para parecer relajada y que no se fija en esos detalles. El, igual, igual que ella. Eso los hace sonreir. Los dientes estan bien y hasta su boca comienza a tener forma graciosa y se despega de su cara y de su ser, comienza a tener la misma vida que su corazón y el mismo latido y él ve latir sobre la superficie de sus labios, que tienen vida propia y el sonido que sale desde sus ideas no tiene importancia ante semejante vertiente de nectar que late frente a sus ojos, los de él. Ella seguramente piensa lo mismo que él en el mismo momento, pero nunca lo mencionarán.
La comida no llega nunca y no importa, o sí, no saben. Ella bebe y él con ella. Ella le cuenta de sus sueños y de sus ideales y él escucha firme y convincente. Esas palabras que dice la hacen ver cada ves mas bonita , son como vestidos, se prueba uno y otro, y tambien peinados pueden ser... El de hoy te hace ver muy bien!, piensa él. El cree que ella piensa algo parecido sobre él y por eso ella sonrie cuando él mira sus labios.
El intenta no hablar, porque en ocasiones habla y cuando habla casi siempre aburre a todo el mundo menos a el mismo y eso comienza a agudizar el aburrimiento general del público presente. Se dedica a hacer caras mientras solo observa a ella mientras habla y sonríe. Tambien fuman un cigarrillo. La cerveza que piden se eleva en temperatura y la comida no les importa, aunque si la mencionan y la presentan imaginariamente, de mil maneras graciosas para llenar la mesa vacia.
Las otras mesas no importan, para que vean lo bien que estan. Así, sin nada, relajados fumando, con sus vestidos relucientes de ridiculez. Les muestran los dientes y afinan los ojos para que vean que tienen un detector de idiotas aburridos y son capces de señalarlos.
Ella se levanta al baño y él observa a la moza que le pregunta con los ojos si necesita alguna cosa más en la mesa. No, está completo así. Si por favor, eternizar el momento, suspender las obligaciones y los ratos de desconcierto por las calles cuando llueve y no tiene paraguas y espera el colectivo en el barrio de Flores a las seis de la mañana en un dia de invierno y no viene. Suspender la espera en una cola para buscar trabajo y tambien sacarle de encima las caras de siempre que esperan que él sea un gran tipo exitoso que pueda sacarles de encima las cosas que les enturbian la vida a los demás que no pueden por si solos con el aburrimiento que los vuelve esclavos que quieren venganza de la opresión que les pusieron con su numero de documento encima. Y sonríe para la foto, por lo menos por dentro.
Ella vuelve del baño y él vuelve a sentir el cuerpo. Ella está ahí de nuevo, nueva, con la mirada más clara, con más certezas o más dudas y él también. Hablan sobre las músicas que oyen y les gusta como suenan esas nuevas versiones a dúo, se sonríen y se miran. La comida ya está en la mesa, y se ve bien. Suena el teléfono de ella y cambia su mirada, su rostro se ausenta de la mesa y su voz cambia de colores a grises. Todo esta troquelado y vidriado en ese instante para él, su estomago se cierra y comienza a sentir que ingirío tornillos de acero oxidados. De repente una nube sobre la mesa empieza a llover a cantaros sobre él y la botellas que bebieron comienzan a caer en gotas acidas sobre su cabeza desnuda.
En un parpadeo de ojos está de nuevo en la parada del colectivo, observa los adoquines que me miran con gran calma y paciencia y parecen aleccionarlo solo con observarlo. Todo se funde y se vuelve mortuorio y eterno entierro. Ella termina la llamada. Y le dice - Tengo que irme -
El sonríe despacio para que no se le descoza la boca. - Bueno - contesta él. Salen, caminan en silencio, ya no estan ahí, solo los cuerpos estan yendo a sus respectivas celdas, la cabeza ya esta nuevamente habitando su karma de soledad. Todo termina ahí. En una esquina. Sin nada más que un beso en las mejillas, un abrazo liviano y un hasta luego. - Nos vemos - dice ella. - Nos vemos - dice él.
De nuevo está mirando los adoquines y entre ellos ve una mesa, una moza que les trae la cuenta, unos vasos y gente riendo atravéz de ellos medios vacios, la plata sobre la mesa, las empanadas sin tocar, todo frio. El se ve saludando a gente que no le interesa y a ella temblando de miedo de tener que ser de nuevo la segura, la adulta, la mujer que todos reclaman en su entorno. Y él lo mismo. U otro, o ella otra, y tal vez no sean ellos o quizá seas vos con otro o yo con otra u otro con otra. Quizá no hayamos sido nosotros en ese momento y eso me da una esperanza de no ser ese que mira los adoquines vacíos, vacío.

Desde el reflejo de las cucharas de postre de la mesa de un patio de un día domingo en Buenos Aires

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Resplandece en sus ojos una llave maestra
Un ave sobre las hojas
Y una rana salvaje rompe las rimas
Y sus ecos
Todo queda plasmado en un abrir y cerrar de ojos.

Desafiando a la sombra
Enroscada en la pierna de su amo, que se ríe indecentemente
Y con los ojos contentos, como si fueran hechos de porcelana…

Mientras las ramas del crudo otoño
Llenan con hojas todo su pelo
Y se sonríen las cenicientas
Mientras las otras
Bailan con sus maridos.

Comer una ciruela.

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Subo al árbol, tomo un fruto. Es una ciruela.
Desciendo del árbol. Observo la ciruela con la ingenuidad de un mono.
Me dirijo hacia una salida. No existe, la inevento.
Puede ser un living la salida. Camino con la ciruela en la mano engarrada.
La supuesta salida que era un living, se convierte ahora en una cocina con una mesa.
Abro la heladera. Dejo la ciruela en la heladera.
Me siento sobre la mesada de la cocina. Pienso, pienso en algo.
No se bien en que estoy pensando. Tal vez este tratando de evitar comer la ciruela.
La ciruela estaba al sol. El sol estaba como a las diecisiete horas del dia.
Un día. No importa cual día. No es hoy, es hace tiempo.
No importa tanto que cantidad de tiempo, pues no sé que cantidad exactamente.
Es verano en ese ahora. Verano de Marzo.
Vuelvo a mi mente en el cuerpo sobre la mesada de la cocina que tiene mesa.
Las sillas me resultan incomodas. Todas las sillas, no me gusta sentarme en sillas.
Sigo sin saber que pienso. Solo estoy ahí.
Comienzo a identificar cantos de pájaros.
No sé bien que pájaros, no sé mucho de áves.
En realidad creo que pienso sí sé de algo en particular.
No, creo que no. Y si fuera así, no estaria pensando solo en comer la ciruela.
La ciruela se está enfriando en la heladera.
Abro la heladera, la veo. Está ahí.
Engarro una jarra de agua fria. Tomo un sobre de jugo.
El jugo es de esos jugos de sobrecitos. El jugo es de naranja.
Preparo el jugo. Sigo aún sin saber en que pienso.
No sé en que puede hacer pensar a uno una cuchara haciendo ruido con una jarra de vidrio.
Pongamos un pensamiento, pienso en una chica.
Sirvo un vaso de jugo y lo bebo de una sola bebida.
El jugo era refrescante.
Nadie está en la casa. Huelo el pasto cortado de algún vecino.
Los pájaros cantan todos al mismo tiempo, pero hacen una música muy rara.
Combinan los sonídos. Parecen una orquesta.
Enciendo un cigarrillo.
Aún no logro precisar en que pienso realmente.
Aún soy niño en ese momento.
Niño de unos 11 u 12 años.
Sí, fumo.
Pero no logro precisar bien en que pienso en este momento o en esos.
Termino el cigarrillo. Mojo el cigarrillo con una gota que cae del lavatorio de la cocina.
No lavo mis manos y abro la heladera.
Recojo la ciruela que esta madura, siempre lo estuvo, durante todo el viaje del árbol hasta la heladera.
Es muy violeta, o púrpura o bermellón o como le quieran decír a ese color.
Para mí es violeta.
Vuelvo a observar la ciruela antes de comer, como antes cuando bajé del árbol con ella en mis manos.
Es bella, es violeta, es tierna y por dentro tendrá un carozo y será duro.
El carozo es la semilla, para que crezcan otros arbóles fuertes y sostengan a otros como yo que quieran comerse una rica ciruela.
Está muy fría y me gusta así en mis manos.
Le doy un mordizco. Es muy sabrosa y jugosa.
Solo dejo el carozo limpito y me voy al parque de atrás de la casa con el carozo en la mano.
El parque es grande y la puerta de entrada y de salida es la puerta de entrada y salida de la cocina.
Arrojo con todas las fuerzas que un niño de 11 o 12 años puede tener en su brazo derecho, el carozo al parque.
Antes de mirar a donde ha caido la semilla giro sobre mi eje y me voy a jugar con mis amigos que rebotan la pelota contra la parecita del frente de mi casa.
Ya sé en que pensaba antes y ahora.

Como?

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Como podria dejarme querer?
Como podria dejar tan simplemente que el sol me acariciara y yo no me quejase de sus rayos?
Como hacer para no estremecerme al tomar tu mano?
Como puedo renegar de que acaricies mi cabeza?
Quien tiene el valor de dejar caer sus espinos? quien?

Tengo rabia de saberme abatido sobre tus brazos.
Cuanto tiempo durará esto? Cuando saldrás por esa puerta?
Que es lo que hacés para dejar caer mis manos sin temblores sobre tu pecho?
Nunca sentiste un frio tan grande que ni mil hogueras podrian combatir?
Tengo tanto sueño cuando estoy despierto.

Como puedo ser yo mismo si tus manos me manejan como títere?
Bebo de ese vaso roto y me corto la cara.
La sangre cae sobre mis ojos y te digo que nunca te vayas.
Mientras el sudor se vuelve frio, tomás tus cosas y me besas la frente.
Nunca tuviste tanto frio?

Como podria dejarme querer?
El otoño me dice que el invierno será solo.
Y arruino todos los planes, los tuyos y los mios.
Me gustaria dormír y despertar algún día.
Todo so volvío tan cultural, tan pensado.

Sufrir es pecado, todos duermen con sus pastillas o placebos.
Tengo demasiado frio, y mi cara se parte.
Como podria dejarme querer?
Si luego te irás por esa puerta.

Regar

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Resuelvo no mirar la lluvia caer.
Llover, llover con ella.
Irme por una rendija junto a ella.
Siendo lluvia.
Fluyendo, lentamente.
Atravesando los tejados.
Ignorando al sol por completo.
Fluir, fluir entre las veredas.
Regar los campos verdes.
Anegar los desiertos.
Extinguirme en un maceta lentamente ante la mirada ignota de un nene.
Atravesar la tierra, penetrarla.
Ser alimento de las plantas.
Ser contenido del tallo de las flores.
Deseo infinitamente formar parte de alguna alcantarilla.
Ser completamente movimiento.
Eterno movimiento.
Ignorado movimiento eterno.

Sale el sol nuevamente, me evaporo junto a él...

Que...

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Que se supone que haga?
Cuando me acerco a un puesto agradable que esta junto a una panaderia que me acosa con su perfume en la mañana y me acerca sin represiones hasta su mostrador y me domina el deseo del manjar caliente.
Que se supone que haga si al salir me encuentro con un montón de obreros que ya no lo son y que ahora estan convertidos en letras aplastados en un prensa sobre un papel que fue manufacturado por los mismos para que yo lea en el confort de mi hogar saboreando los dulces y me indigne con un pedazo de factura pensando en que todo sigue a rítmo y conciencia del mismo que come y saborea su manjar contandome que miles de personas estan quedando en la calle y sin trabajo y como si nada el sol sigue brillando intacto.
Que se supone que hay que hacer? Voy a los crucigramas?

Es de noche

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Los vuelos nocturnos de murciélagos que irrumpen los sueños de los más débiles hijos de los que han sido perseguidos, trastornan el sueño apacible del adulto lactante de paciencia.
Sus maniobras escasas, por el eco de los roedores de suelos en sus auditivos sentidos desdibujados por las nubes de tormento nocturno, les impiden una vuelta a sus cuevas sin disturbio alguno.
Las llamas de los encendedores de fantasias se apagan por el golpe que dan estas aves nocturnas contra los frios vidrios que encierran el paisaje.
Estrechos los rumbos y las rutas de escape, agudizan el desarrollo inevitable de los callos de sus alas.
Sus caidas constantes eternizan el terreno y los junta como hojas de otoño en las veredas de Abril.
El paramo alfombrado de alas y de sangre adornan la ciudad, un constante zumbido de motores y neuronas se vuelven somníferos erficaces.
Las almas de los santos alteran la vigília.
El resplandor de la luna se acongoja en un umbral de una calle de antes, y un cantar de sirenas da música a la escena.
Ojos pardos brillantes se ríen de este loco.
La luna vacilante, ensaya una canción de amor para los sordos.