Comer una ciruela.

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Subo al árbol, tomo un fruto. Es una ciruela.
Desciendo del árbol. Observo la ciruela con la ingenuidad de un mono.
Me dirijo hacia una salida. No existe, la inevento.
Puede ser un living la salida. Camino con la ciruela en la mano engarrada.
La supuesta salida que era un living, se convierte ahora en una cocina con una mesa.
Abro la heladera. Dejo la ciruela en la heladera.
Me siento sobre la mesada de la cocina. Pienso, pienso en algo.
No se bien en que estoy pensando. Tal vez este tratando de evitar comer la ciruela.
La ciruela estaba al sol. El sol estaba como a las diecisiete horas del dia.
Un día. No importa cual día. No es hoy, es hace tiempo.
No importa tanto que cantidad de tiempo, pues no sé que cantidad exactamente.
Es verano en ese ahora. Verano de Marzo.
Vuelvo a mi mente en el cuerpo sobre la mesada de la cocina que tiene mesa.
Las sillas me resultan incomodas. Todas las sillas, no me gusta sentarme en sillas.
Sigo sin saber que pienso. Solo estoy ahí.
Comienzo a identificar cantos de pájaros.
No sé bien que pájaros, no sé mucho de áves.
En realidad creo que pienso sí sé de algo en particular.
No, creo que no. Y si fuera así, no estaria pensando solo en comer la ciruela.
La ciruela se está enfriando en la heladera.
Abro la heladera, la veo. Está ahí.
Engarro una jarra de agua fria. Tomo un sobre de jugo.
El jugo es de esos jugos de sobrecitos. El jugo es de naranja.
Preparo el jugo. Sigo aún sin saber en que pienso.
No sé en que puede hacer pensar a uno una cuchara haciendo ruido con una jarra de vidrio.
Pongamos un pensamiento, pienso en una chica.
Sirvo un vaso de jugo y lo bebo de una sola bebida.
El jugo era refrescante.
Nadie está en la casa. Huelo el pasto cortado de algún vecino.
Los pájaros cantan todos al mismo tiempo, pero hacen una música muy rara.
Combinan los sonídos. Parecen una orquesta.
Enciendo un cigarrillo.
Aún no logro precisar en que pienso realmente.
Aún soy niño en ese momento.
Niño de unos 11 u 12 años.
Sí, fumo.
Pero no logro precisar bien en que pienso en este momento o en esos.
Termino el cigarrillo. Mojo el cigarrillo con una gota que cae del lavatorio de la cocina.
No lavo mis manos y abro la heladera.
Recojo la ciruela que esta madura, siempre lo estuvo, durante todo el viaje del árbol hasta la heladera.
Es muy violeta, o púrpura o bermellón o como le quieran decír a ese color.
Para mí es violeta.
Vuelvo a observar la ciruela antes de comer, como antes cuando bajé del árbol con ella en mis manos.
Es bella, es violeta, es tierna y por dentro tendrá un carozo y será duro.
El carozo es la semilla, para que crezcan otros arbóles fuertes y sostengan a otros como yo que quieran comerse una rica ciruela.
Está muy fría y me gusta así en mis manos.
Le doy un mordizco. Es muy sabrosa y jugosa.
Solo dejo el carozo limpito y me voy al parque de atrás de la casa con el carozo en la mano.
El parque es grande y la puerta de entrada y de salida es la puerta de entrada y salida de la cocina.
Arrojo con todas las fuerzas que un niño de 11 o 12 años puede tener en su brazo derecho, el carozo al parque.
Antes de mirar a donde ha caido la semilla giro sobre mi eje y me voy a jugar con mis amigos que rebotan la pelota contra la parecita del frente de mi casa.
Ya sé en que pensaba antes y ahora.

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