Pavadas de loco
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Me llora un ojo... el otro llora de envidia y asi mientras cae un rayo,
la lluvia obsenamente llena todo el espacio con estruendosas gotas que inundan mis deseos de desahogo sobre tu oido distante y seco, tu oido de casa abandonada y de jardín de ceramicas.
La tierra de mis adentros va mojandose y se hincha.
Salen los sapos y saltan de par en par de una incognita a la otra,
y debajo de tu paraguas transparente puede verse el cielo refunfuñando de celos.
Alabados sean los dioses de la naturaleza que empujan los cantaros desde el cielo, uno a uno hacia nuestras sequias coloquiales y triviales que nos dejan perplejos, con escoliósis de amor. Y después de la tormenta? Después de la tormenta se reconstruye el terreno, y vuelve el agua a su cántaro del cielo, en el tobogán del sueño para esperar la proxima vez que quiera tirarse de cabeza a nuestras resecas existencias, para aliviarnos la rigidez de nuestras duras cortezas formadas por los años de intenso devenir sin rumbo.
la lluvia obsenamente llena todo el espacio con estruendosas gotas que inundan mis deseos de desahogo sobre tu oido distante y seco, tu oido de casa abandonada y de jardín de ceramicas.
La tierra de mis adentros va mojandose y se hincha.
Salen los sapos y saltan de par en par de una incognita a la otra,
y debajo de tu paraguas transparente puede verse el cielo refunfuñando de celos.
Alabados sean los dioses de la naturaleza que empujan los cantaros desde el cielo, uno a uno hacia nuestras sequias coloquiales y triviales que nos dejan perplejos, con escoliósis de amor. Y después de la tormenta? Después de la tormenta se reconstruye el terreno, y vuelve el agua a su cántaro del cielo, en el tobogán del sueño para esperar la proxima vez que quiera tirarse de cabeza a nuestras resecas existencias, para aliviarnos la rigidez de nuestras duras cortezas formadas por los años de intenso devenir sin rumbo.