El amague de la libertad, eternamente.

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De repente ese stop.
Uno que aparece justo en esos momentos en que la banalidades dictaban el recreo cefalico, y en que el alma habia declarado sus principios y estaba en contraposicion a la anarquia de las sublimaciones y de las rebeldes noblezas del corazón.
Justamente cuando se declara el amor en una esquina con el viento envalentonando al pobre acomplejado.
Justo en esos instantes en los que el verdugo domía una siesta y el esclavo podia devolverle uno por uno cada golpe de desprecio, elige regalarle un flor.
Elige Amar. Elige Amar...por sobre todas esas animosidades culturales, por sobre todos los colores, por sobre todos los mapas y en la cima de la montaña de libros de historia, del mundo...Elige Amar, y gritar su amor con un susurro en el oido de alguien, un susurro leve, que dura el instante de lo que dura la exalación de un bebé soñando feliz.

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